
No sueltes tu muñeca para penetrarme.
Cada órgano es un órgano de penetración.
Mi esófago te anuda como un foulard,
mi estómago digiere tus fluidos,
mis intestinos se enroscan a tus piernas.
Que tu abrazo sea manco,
que tengas una sola axila.
Que tu infancia te observe
ejecutando sus insinuaciones.
Empapando sus articulaciones
limitadas.
Así es. Esto era el sexo.
Otra forma (inútil) de saciar el hambre.
Otra forma (inútil) de parar el tiempo.
Ella ya lo sabía. Ya se lo habías contado.
No hay muñeca en este mundo
que se tape los ojos.
Foto: Jan Saudek, The Doll, 1975.