No soltaré esta espada.
La sangre de su acero fluyó por mí.
Tuvo que remover escombros enterrados,
arrancar raíces negras,
decapitar el asedio de las obsesiones.
No temblará cuando lleven tu nombre.
Las guerras personales hacen del corazón
un órgano inflexible y radicalmente extraño.
No soporta que lo muerdan más.
Foto: Jan Saudek, The Sword.
qué emoción que hayas vuelto Perséfone!
ResponderEliminar"no soporta que lo muerdan más"...no, no soporta.
(releeré -parece guaraní- pero quiero decir que volveré -pucha! otra vez!-
Un abrazo
Quién es responsable de ese corazón inflexible? Por mi, merece condena eterna. Entretanto, yo intentaría devolverle sensibilidad, a mordiscos suaves.
ResponderEliminarhermosas letras para un corazón dolido, aunque seguramente habrá otra sangre que pueda recorrerte en cuanto calme la herida de tu dolor, besos
ResponderEliminarOh..no la sueltes Perséfone,no la sueltes y vuelve con nosotros y con todas las de babilonia,nos faltas.
ResponderEliminarOs dejo un regalo en mi blog.
ResponderEliminarBesos.
te noto peligrosa con una espada en la mano. tendré cuidado.
ResponderEliminarbesos