
Nuestros hijos serán nuestros hijos.
Lavaremos sus pies, cortaremos su pelo.
Les contaremos cuentos para invocar el sueño.
Apartaremos a las bestias del bosque.
Buscaremos juguetes, escuelas y paraguas.
Combatiremos la fiebre junto a sus camas.
Los llevaremos a conocer el mar.
Abjuraremos de la soga y la sombra del dominio.
O no.
Crecerán respirando nuestra podredumbre.
Sujetos a nuestras tablas de la ley.
Comiendo de la mano del verdugo,
del hábil para el cálculo, del domador de tigres.
Muñecos del ventrílocuo, gallinas ponedoras,
machos reproductores del capital manchado.
O beberán inconscientes una mezcla
que deberán, si pueden, discernir;
será un revuelto de veneno y viento.
¿Qué otras opciones tienen nuestros hijos,
cualquiera sea la forma de sus casas,
si no hubo carta a París,
si París no existe y no puede criarlos?
En la foto: Ellen De Generes y Portia de Rossi. Esposas.