Estrangulada
por la visión del cable telefónico
pedí a tu lengua la máxima inclemencia.
Le pedí alcohol en el tajo sin sutura,
surf al pie del abismo.
Más de lo mismo, no. Pero no estabas.
Mis dedos detectives en la urgencia
recolectaron flores narcotizadas,
picos de alpinista, la sombra
de una intrépida escafandra abandonada.
Todo chorreaba y era de colores.
Con los colores me froté la boca y al revés.
Mi boca de mujer sorbiendo el precipicio.
Un caramelo hijo del desquicio
es esta boca de nena con crayones,
con frutas, con plumas y con dones
que el agua de la ducha
aquieta, apaga y deshace,
limpia y empuja a correr.
Foto: Irving Penn.
Uff. Menuda ráfaga...
ResponderEliminarMe has dejado como un colador.
Me encanta esta música Acá hay colores en tu boca, allá mariposas de colores. Me encantó también el mar de amor de Power. Y el surf al borde del abismo es tu esencia...
ResponderEliminarQué colores más dignos de un arcoiris que nace y muere en una tormenta,el flujo si quema. (hermosas)
ResponderEliminarMuchas gracias por venir a mi casa. Por aquí me doy un paseo y te descubro. Besos.
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