Yo tenía un vestidito precioso.
Con una falda llena de volados,
uno sobre otro, uno sobre otro,
como escamas de pez,
como puertas de niebla,
como imprevisibles cortinados.
Viniste y lo rasgaste todo,
lo manchaste, lo arrugaste.
Malo.
Ahora tenés que volver
a coserlo y plancharlo
sobre mí.
Es que yo no quería caer (mentira).
No quería seguirte (otra mentira).
Ya antes de caer había comenzado
a flotar (esto es cierto),
a disfrutar la ley de gravedad,
a sintonizar tus ojos centrípetos.
Bueno, bueno.
Pero qué bueno es caer
en el abismo de la selva.
Uno ya ni se acuerda de quién es.
Pero podría seguir tu pista
con mis zapatos con lazos de seda,
con tacón, con determinación
de cachorra asediada
por el hambre (de vos).
Estoy en Hungerland.
Así que no me esperes escondido
en la república solitaria de los hongos.
Hay mejores venenos.
Mi nuevo vestidito
no encuentra su lugar
en esta casa.
Esta casa no alcanza
a contener el pulso
de mi cuerpo.
Fotos: Annie Leibovitz.
Natalia Vodianova con Olivier Theysenks, Tom Ford y Marc Jacobs.
Natalia Vodianova by Helmut Lang.
Precioso el poema, novedoso y sorprendente como todo lo que haces. Tiene éste, sin embargo una ternura especial y adolescente que no logra "manchar" ni "adulterar" del todo el resto de las alusiones de lúdico encaje. Me encantó eso de que "tienes que planchar el vestidito sobre mi cuerpo". Primero, pídele que lo almidone (guiño)... Besitos.
ResponderEliminarMe encanta el Salón de los juguetes. Es mi Salón preferido. Han de encontrarse todos los juguetes inimaginables y han de poder inventarse los otros.
ResponderEliminarHan de coserle el vestido a la carne y las aujas atravesarán la piel,con un sonido que estremezca,con un hilo rojo que deje la marca de estar bien atado a la piel,quizás nadie más lo rasgué...Uhmm a sus pies Babilonia,yo no quería (una mentira).
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